Hace ya un mes desde que
nuevamente deje la ciudad la furia y ha pasado mucha agua por debajo del
puente.
Antes que nada sepan disculpar la demora y lo
largo del blog.
Empecemos por el principio.
Llegué a Sydney después de 16
largas horas de viaje y como viviendo en un deja vu trate de recordar como
moverme por las calles de Sydney para encontrar el bendito hostel que había
reservado unos días antes por Internet, el hostel mas barato que la red de
redes me permitió ubicar desde la distancia. La memoria me fallo y los sentidos
me traicionaron y me costó encontrar el edificio que contenía el cuarto con
ocho camas y que albergaría mi cuerpo cansado entre las calles de esta hermosa
ciudad y su no menos impresionante bahía. Y caminar sin rumbo con una mochila
de 25 kilos en los hombros no es la fantasía de nadie.
Lamentablemente la mayoría de los
hostels en Sydney parecen inspirados en el cubismo norcoreano. Grandes
edificios, con cientos de cuartos, y en cada cuarto todas las camas que se
puedan apilar. El resultado una institución completamente despersonalizada y
antisocial, nadie conoce a nadie. Personalmente prefiero versiones mas chicas,
así que cuando me dijeron que la mañana siguiente tenía que dejar el hostel,
por falta de lugar, no me disgusto demasiado la noticia. Aproveché para darle
una nueva oportunidad a Couchsurfing. Para los que no lo conocen Couchsurf es
una red social que ayuda a acercar a individuos dispuestos a compartir su casa,
y mostrarle la ciudad a perfectos desconocidos, y visitantes de otros países /
regiones buscando un techo donde quedarse y porque no, un nuevo amigo.
A través de la página, y un poco de
forma urgente ya que tenía que conseguir donde quedarme la noche siguiente, me
puse en contacto con un tipo que me pidió encontrarnos en la ciudad para
conocernos, antes de dejarme entrar en su casa.
Así es como conocí a Rowen, australiano cincuentaynueveañero, de cara simpática y medio regordete, aeromozo / oficial de a
bordo o como quieran llamarlo, retirado de Qantas. Y algo más, gay. Me contó un
poco lo que hacía, y aprovecho para
presentarme a otro couchsurfer que se estaba quedando con él hacía ya
mas de un mes, Dudley. Un inglés que versa los dieciocho inviernos, que como muchos
de sus compatriotas escapaba de una vida dificil en la madre Inglaterra, hacia
un lugar mas caluroso y acogedor que las frías y húmedas calles de Southampton.
Heterosexual. Parece haber vivido mas de una vida, lleva su pelo rubio largo, y
una extraña barba tipo vikinga, juega el papel de tipo rudo y curtido de los
barrios bajos southhampeteros???. Juntos parecen una dupla salida de una película
de Alex de la Iglesia. Una dupla dinamitera.
Decir que la futura convivencia
con estos raros ejemplares de la viña del señor me causaba preocupación es
quedarse corto. Pero la necesidad de
tener un techo y un sillón donde dormir, y el deseo de escaparle a la futura
alienización a través de los hostel, pudo mas que mi miedo a ser sodomizado.
Al llegar a la casa, el panorama
no fue mas alentador. Nos recibió alegre una mezcla de lassie con pequinés, Gidget,
en un comedor rodeado por peceras y cachivaches por todos lados. Miedo.
Además del sillón prometido,
Rowen no tenía problemas en darnos de comer y si necesitaba ayuda, de
proveernos de trabajo, limpiando los deptos que alquilaba.
Rowen, Gidget, Agus y Dudley (con el pelo corto) |
Los primeros días pasaron sin
pena ni gloria, y la convivencia fue muy buena. Rowen y Dudley aprovechaban los
fines de semana para salir en el auto básicamente a cartonear. La gente de
Sydney deja en la calle las cosas que ya no usa, desde viejas escobas a
televisores plasma que no andan, y ellos aprovechaban la generosidad de sus
vecinos, para acumular mas y mas cachivaches en la casa, pronto me di cuenta
que esto era una suerte de adicción. Pero también advertí que nadie planeaba
adormecerme con un algodón mojado en éter y hacerme su gimp. Fue entonces
cuando empecé a disfrutar y a valorar la compañía de esta gran persona y su
secuaz. Rowen no tiene problema alguno en dejar entrar a su casa a mochileros
de todo el mundo. Realmente un gran tipo, abierto, sincero y sencillo.
En un principio el plan era
quedarme en la casa de Rowen dos o tres días que terminaron convirtiéndose en
mas de diez. Aproveché esta gran ayuda que me brindo mi nuevo amigo, para
dedicarme a la búsqueda laboral.
Dejé la comodidad del hogar
pasajero detrás de un supuesto laburo permanente que no resultó ser tan así, pero que
me obligó a mudarme al norte de la ciudad, al equivalente al Tigre de Sydney,
que es Avalon, donde estoy ahora, nuevamente en la búsqueda de un trabajo
permanente, y donde por el momento me mantengo haciendo changas, surfeando y
mejorando mi castellano.
También pude compartir con mi
hermano de viajes y su novia un par de días que nos sirvieron para ponernos al
tanto, y desearnos la mejor de las suertes en el viaje que cada uno emprende
por diferentes caminos.
Lo bueno de Australia es que dos
días de trabajo son mas que suficientes para pagar mi alojamiento y comida, así
que ando sin demasiado apuro.
Esperando que poco a poco pasen los días para la
llegada de mi gordita, Mai que cada día que pasa falta menos para que se sume a
este nuevo viaje.
Hasta ahí las novedades. Prometo
mantenerlos al tanto.