Wednesday, June 19, 2013

La rutina y otros flagelos de la modernidad

 Si alguien se siente identificado, yo no me hago cargo.

Hoy en día parecería que todos tendemos hacia un mismo camino, o apuntamos hacia una misma forma de desarrollo o crecimiento personal. Desde pequeños se nos inculca la estructura que debe tener nuestra vida:
Completar la escuela, seguir una carrera, conocer a una chica buena, trabajar en una empresa, hacer carrera, casarse, tener hijos, mantenerse en el trabajo, ser abuelo, y envejecer lo mejor posible hasta que la muerte nos alcance lo mas tarde posible.

Pero lo que no nos damos cuenta es que la vida está llena de imprevistos que seguramente alterarán nuestros planes rotundamente, o que los truncarán del todo. La vida está llena de “accidentes”, situaciones inesperadas y lamentablemente también de nuestra amiga que nos sigue a todos lados, la parca. No tenemos forma de saber de antemano cuando se va a terminar nuestra vida. Parecería que por eso mismo buscamos a toda costa movernos en ámbitos y situaciones donde el riesgo de perder la vida sea el mínimo posible, es decir donde la posibilidad de que suceda algún accidente sea lo mas cercana a 0, y evitamos involucrarnos en cualquier circunstancia que ponga en riesgo nuestra vida, es decir nos volvimos unos cobardes.

Es por esto que nos creamos estructuras mentales y cotidianas, que nos llevan a circular por la vida y por el mundo prácticamente sin sobresaltos. Esas estructuras son mejor conocidas como “rutinas”.

La rutina es una estructura mental que nos formamos para evitar encontrarnos con cosas nuevas, posiblemente malas o desagradables, o que simplemente nos dan miedo. La rutina se ve en todo, desde lo que hacemos en el día a día, los lugares donde vacacionamos, los amigos que frecuentamos, las cosas que hacemos y como las hacemos. Cuando vivimos una vida rutinaria buscamos seguir siempre el mismo camino pre armado y pre estructurado, si concretamos una salida con amigos, solemos ir a un lugar conocido, evitamos aquellos sitios donde pueda haber personas que no conozcamos, o comemos constantemente las mismas comidas, el mismo menú semanal, cada siete días, por miedo a tener que probar algo que no nos guste. Esos son varios ejemplos de como nos creamos una vida rutinaria. Como nos creamos nuestra propia jaula.

Generalmente vida rutinaria y sedentarismo van de la mano pero no necesariamente.

Al aceptar una vida rutinaria buscamos básicamente evitarnos sorpresas, vivir mas cómodamente y en este sentido respondemos a nuestros miedos, y nos dejamos guiar por ellos.

Pero no nos damos cuenta que justamente son las cosas nuevas las que nos hacen crecer como personas, desarrollarnos, intelectual, emocional y socialmente. Son los nuevos desafíos y las nuevas aventuras lo que nos exige a hacer uso de nuestro habilidades, de nuestras experiencias previas y de nuestra inteligencia. Básicamente son las cosas nuevas las que nos mantienen vivos. En pocas palabras lo que intento decir es que es muy importante hacer un esfuerzo por escaparle a la rutina. El solo hecho de intentarlo demuestra que aun nuestra voluntad no fue derrotada por las fuerzas del sopor.  

Como decía antes nos hemos vuelto unos cobardes, que dejamos de hacer cosas por el riesgo que esas cosas conllevan, porque nos dejamos gobernar por el miedo último que es el miedo a perder la vida.

Pero, ¿cómo escapamos de la rutina? ¿O cómo salimos de esas estructuras mentales que nosotros mismos nos formamos?

La respuesta es simple, forzándonos a cambiar. A aceptar nuevas cosas, nuevos desafíos.

La mejor forma de escapar de la rutina es sin lugar a dudas viajando. Los mayores cambios son los que nos hacen salir mas fácilmente de la rutina, aquellos que nos ponen en puntas de pies, que nos hacen levantar los oídos, y abrir bien los ojos. El mejor ejemplo es viajar, cambiar de trabajo, de pareja, de vivienda. Pero admito que el viajar es un lujo que no todos pueden darse, ya sea por cuestiones monetarias, sociales u otras, pero para aquellos que pueden darse el lujo de viajar y no lo hacen, en mi humilde opinión eso es un pecado.

También se puede escapar de la rutina en los actos mas pequeños y cotidianos. Por ejemplo cambiar la rutina puede consistir en salir a lugares nuevos, con nuevos amigos/ as. Probar platos diferentes, empezar a hacer cosas con la mano menos hábil, practicar sexo en una nueva posición, cambiar el camino que tomamos todos los días al trabajo, etc, etc. Las posibilidades son infinitas, lo que importa es mantener constantemente el cerebro despierto y atento, forzándolo a no estancarse, no dejarse estar.

Uno nunca debe sentirse cómodo. Sentirse realizado completo, es sinónimo de quietud, del “ya está”. La vida debe ser un constante desafío, una vida sin desafíos, sin exigencias, una vida rutinaria y eso para mí es igual a la muerte.

¿Se acuerdan cuando fueron a un zoológico? Esos bichos que no tienen preocupación alguna, tienen un techo, comida y están salvados de ser morfados por un depredador mas grande que ellos, uno diría: “es la vida perfecta, ¿no? No les falta nada, y no tienen preocupación. Sin embargo están hastiados y se les ve en los ojos, se nota a kilómetros que no están contentos, que prefieren estar en la selva, o en la sábana o en donde sea, pero donde puedan vivir su vida, pasar hambre y frío pero ser libres. No me puedo sacar de la cabeza la imagen del oso polar en el zoo de Buenos Aires, o el tigre de Bengala en otro lugar, desesperados caminando de una punta a la otra de la jaula, como queriendo gastar sus energías, desesperados por salir de esa jaula y correr y correr. Enfrentar a la vida, a la muerte, rebuscárselas todos los días para comer y tener donde dormir, sin saber que mierda van a encontrar a la vuelta de la esquina. De eso se trata vivir, ¿no?

En el mundo moderno nosotros construimos nuestra propia jaula, nos encerramos en paredes de rutinas, convenciones sociales y comportamientos aprendidos y repetidos sin pensar. Evitamos a toda costa encarar nuevos horizontes, plantearnos nuevos desafíos, exigirnos a nosotros mismos. Buscamos simplemente llegar a un estado óptimo de comodidad, que requiera de nosotros el menor esfuerzo posible, y que nos garantice una vida larga y tranquila. Como si el éxito de una vida se midiese por la cantidad de horas que uno vive, y no por la calidad de esas horas vividas. Para resumirlo con una frase trillada “La vida no se mide por la cantidad de respiros, sino por los momentos que te quitan el aliento”.

En concreto, no creo que tener garantizado, el techo, la comida y la vida hasta que se nos caigan los dientes pueda llamarse vida. Una existencia sin sobresaltos, sin exigencias es lo mismo que vivir encerrados en una jaula. Con toda la seguridad, la tranquilidad y la comodidad que eso nos pueda llegar a traer. 

Si todavía no se cansaron de leer, recomiendo que lean el post "Sobre el miedo y los viajes".