Friday, May 16, 2014

TURQUIA

Hace más de tres meses que dejamos de trabajar primero y más tarde nos fuimos de Australia para empezar a hacer lo que veníamos planeando desde hace mas de dos anos, viajar.

Con bastante retraso voy a tratar de ponerme al día.

Alrededor del 15 de febrero dejamos de trabajar en el tambo, y de la mano de mi querida mama y Luis, su novio, que vinieron de visita, salimos a hacer un viajecito por Australia. Desde Melbourne viajamos hasta Sydney en una camioneta. Fue un viaje único, de más de 1000 kms en menos de tres días y no podríamos haber tenido mejor compañía.

Unos días después y despedida de por medio de mama y Luis;  y como decía antes, después de casi un año de viajar, trabajar, hacer un volquete de amigos argentinos, australianos y de otros países, todo en la tierra de los canguros; encaramos la ruta.

La primer escala fue en Tailandia, país que ya conocíamos pero donde aprovechamos para relajarnos, disfrutar de la rica comida, las playas paradisiacas y los exquisitos licuados de mango.

Dos semanas después encaramos hacia lo que era nuestro destino real. Desde Bangkok tomamos un vuelo a Estambul.

Desde el principio el plan fue muy simple: desandaríamos el camino a tierra hasta regresar al exótico y noble Oriente, siempre y cuando el bolsillo nos acompañe.

Mas allá de algunos puntos de referencia y lugares obligados en el camino a los que queríamos ir, no arrancamos la ruta con ningún plan o itinerario pensado de antemano, ni hoteles reservados, ni pasajes de avión ni nada por el estilo. Solo un punto de partida, la plata que ahorramos durante un año trabajando en Australia, una orientación y muchas ganas de viajar y conocer.

Estambul era uno de esos puntos obligados en el mapa, por razones obvias, y la elegimos como nuestro punto de partida. No voy a explayarme demasiado sobre esta increíble ciudad, porque ya le dedicare un posteo aparte, solo voy a decir que estuvo a la altura de las más altas expectativas.

A la hora de tener que decidir donde dormir decidimos utilizar Couchsurf. Para los que no la conocen, Couchsurf es una red social al estilo Facebook pero especializada en contactar gente que este viajando, como nosotros, con gente dispuesta a alojar viajeros en su ciudad / pueblo natal. Esta útil herramienta no solo nos ahorro unas cuantas liras sino que además nos dio la oportunidad de conocer muchas personas increíbles y super amables que nos abrieron las puertas de sus casas, con no pocos terminamos siendo buenos amigos aunque también tuvimos alguna que otra experiencia regular; además nos dio una mirada más profunda sobre la sociedad turca, su historia, su política y su gastronomía, que nunca hubiéramos adquirido si hubiéramos decidido quedarnos en un hotel.

Los turcos nos dejaron una excelente impresión: son gente super amable, respetuosa, honestos y hospitalarios. Básicamente todo lo contrario al paradigma que se tiene en Argentina de los turcos como gente en la que no hay que confiar.

Lamentablemente si cuentan con 3 vicios: el cigarrillo, el té y la curiosidad.

El cigarrillo sigue siendo un habito que los turcos no han sabido olvidar a pesar de los aumentos de precio impuestos por el estado y las fotos macabras que aparecen en los atados. Se fuma tanto como se toma te. Hombres y mujeres, adolescentes y viejos se llenan los pulmones de tabaco y vaya uno a saber cuantos químicos y porquerías a toda hora del día y en cualquier lugar.

El té, es muy barato y se toma en todo momento, antes de las comidas, durante y después, y lo toman en unos vasitos que parecen el capullo de un tulipán. Generalmente se toma acompañado y no hay casa donde algún miembro de la familia no tome te, o chai como le dicen por estos pagos.

Además están muy interesados en saber de dónde venimos, que hacemos, de que trabajamos, cuantos hijos tenemos y demás. En general el turco medio sabe más de Argentina que nosotros sobre Turquía.

Por ejemplo los turcos no hablan árabe, ni son árabes, como quizás imaginaba antes de pisar Turquía,  hablan turco. El turco es un idioma que comparten más de 200 millones de personas extendidas por buena parte de Asia Central y en más de 20 países, pero es un idioma que para nuestra desgracia no hablamos ni un poco.

A pesar de eso nos sorprendió ver lo lejos que pudimos llegar en una conversación con menos de 10 palabras, buena voluntad y un montón de gestos. Lamentablemente cuando parecía que habíamos alcanzado cierto nivel tolerable de turco, entramos en el Kurdistán, con lo cual todos nuestros conocimientos idiomáticos volvieron a cero.

Mal que mal con algunos desencuentros y sorpresas desagradables, que en poco tiempo ya habrán madurado para convertirse en divertidas anécdotas, hemos visto lugares alucinantes y conocido mucha gente increíble.

Con los turcos creo que los argentinos compartimos esa sensación o ese anhelo de pertenecer y no pertenecer a un lugar, o de querer ser algo diferente a lo que uno es, tema central en el “Libro Negro” del  autor turco Omar Pahmuk . Al igual que muchos argentinos que todavía creen que Argentina está en Europa y que tenemos más en común con esas tierras lejanas que con Paraguay o Perú, muchos turcos sueñan con ser parte de la EUROPA. El viejo continente es el punto de comparación obligado a la hora de hablar de política, idiosincrasia y economía. Los turcos se reconocen como turcos, pero miran con anhelo y siempre desde una posición inferior a los europeos. Parecería que los últimos están al tanto de esto y juegan con sus expectativas, ofreciéndoles ser parte de la Comunidad Europea para luego poner objeciones y excusas a la hora de negar su entrada. Se podría decir que la sociedad turca, al igual que Estambul, no sabe donde ubicarse. Si es parte de Oriente, con sus bazares repletos de colores y olores, sus calles que nunca fueron planeadas sino que se formaron por entre los espacios que las viviendas y los comercios iban dejando, y todo el misticismo que Oriente conlleva, o si es parte de Europa.

El héroe nacional, Mustafá Kemal, también conocido como Ataturk, encarna esta patente contradicción. Militar que hizo carrera en los últimos anos del Gran Imperio Turco Otomano y que lucho heroicamente alcanzando no pocas victorias durante la Primera Guerra Mundial, estaba imbuido de valores occidentales y se vestía con trajes de corte ingles. Con el desmoronamiento del Imperio Ataturk se unió a los jóvenes turcos y comando sus tropas en contra de los griegos, los armenios, los franceses y los kurdos que intentaban hacerse con un bocado del Imperio Turco en plena etapa de desintegración. Durante esta guerra de independencia no pocas masacres y crímenes se cometieron.  Pero Atarurk salió victorioso e inmediatamente después emprendió una campana para modernizar a su país e insertarlo en el mundo moderno occidental. Para lograr esto puso muchas restricciones sobre la religión, las costumbres turcas y como decía también se ocupo de poner límites a las minorías que vivian en lo que sería el territorio turco. Hasta el día de hoy Ataturk es un líder respetado e idolatrado por la mayoría de la gente.

Volviendo al tema que nos compete, después de haber visitado Estambul no teníamos otro destino a donde ir en Turquía, solo sabíamos que poco a poco debíamos ir enfilando hacia el Oriente. Así que después de 10 días que disfrutamos caminando de acá para allá por las calles de la capital del mundo, nos vimos en la obligación de ponernos a pensar en nuestra próxima parada. Como siempre sucede la ruta se presento por si sola ante nosotros.

Un poquito caminando, otro poquitito a dedo y otro poquito en transporte público, visitamos las ruinas de Efesos, antigua ciudad griega y romana en excelente estado de conservación; discutimos sobre política e historia con nuestros anfitriones; nos bañamos en las piletas naturales de roca blanca de Pamukhale que están justo debajo de las ruinas de la antigua ciudad de Hieropolis; visitamos la secta de derviches fundada por Mevlana, también conocido como Rumi, que busca conectarse con dios a través de su danza única y llamativa donde los derviches se la pasan girando sobre sus propios pies en una posición particular; también fuimos a las antiguas ruinas de la ciudad de Olimpo y visitamos los fuegos eternos que salen desde hace mas de 2000 anos del corazón de la montana de Quimera, origen mitológico de los modernos juegos Olímpicos; caminamos por horas entre las miles de cuevas fantásticas que sirvieron como refugio de los antiguos cristianos; nuestros paladares saborearon los manjares del este de Turquía, que recibe toda la influencia de la comida árabe; paseamos por cuadras y cuadras de laberinticos bazares; visitamos además el primer santuario de la humanidad de más 12.000 anos de antigüedad y además de todo esto disfrutamos de la hospitalidad y la honestidad del maravilloso pueblo turco que nos alojo en sus casas, algunos incluso llegaron a cedernos sus camas y sus cuartos para que nosotros durmiéramos mientras ellos dormían en un sillón en el comedor; y además de toda la gente que nos llevo en sus autos o camiones con nuestras mochilas, nuestro poco turco y se animaron a compartir una charla en un idioma incomprensible para cualquiera que lo viera desde afuera.

Por todo esto y mucho más: GRACIAS TURQUIA!

Ahora se viene el plato principal: Irán.