Tuesday, February 12, 2013


Como ocasionado por un extraño signo del horóscopo o quizás relacionado con el poder gravitatorio de un astro desconocido, el primer domingo de cada mes, y la primera noche de luna llena por las callecitas de Buenos Aires se da un hecho inédito e inexplicable.
Una víbora inmensa sin cabeza, ni cola, serpentea interminable por los barrios porteños anárquica y sin sentido aparente.
Su cuerpo está compuesto por escamas por miles de colores, de diferentes edades, lugares y orígenes sociales, su forma va cambiando para adaptarse al camino por el que circula. A veces es gruesa como una avenida y larga como una cancha de fútbol, otras no es más ancha que una callecita normal, aunque larga como un tren de carga. Pero para la gran mayoría de testigos que la han visto pasar su volumen es indescifrable e inabarcable. Nadie sabe cuantas cuadras ocupa, donde empieza ni donde termina, pero todos reconocen que es gigantesca y a su vez impresionante.
Circula por las calles derrochando “buena onda”, alegría y en plena paz. Recorre a paso lento pero incansable, como si de pasear se tratase, los diferentes barrios de la ciudad, sin rumbo definido y con final desconocido. Solo se sabe que el origen de tan mágica aparición es el gran Obelisco porteño.
Aquellos transeúntes que la ven pasar por primera vez quedan atónitos ante semejante imagen: “¿qué significa esto?, ¿por qué está acá? ¿cómo llegó y a dónde va? Y no pocos preguntan,  ¿cómo formo parte de ella?”.
En su vientre están las esperanzas de todos los que sueñan con una ciudad distinta, quizás hasta con un mundo mejor. Lleva niños y gente mayor, jóvenes y no tan jóvenes y gente de todos los sexos. No hay ricos, ni pobres; no se trata de una tribu urbana, o de un partido político. Todos viajan mezclados en su estómago sin ningún sentido ni orden y es imposible distinguir el uno del otro. Todos tienen algo en común: fluyen por las calles y avenidas montados sobre bicicletas, tablas de skate, patines y otros medios con el denominador común que no usan mas fuerza que la fuerza de sus piernas y el calor de la sangre de su dueño. 
Todos comparten un sueño, ese sueño es que algún día todos usemos un medio de transporte mas sencillo, menos contaminante, menos violento y mas amigable, y que así construyamos de a poco un mundo mejor. 

Todo fluye. Todos somos MASA CRITICA.
Agus Claret

1 comment:

Maichus said...

Me gusta que lo hayas firmado :)